La Narradora

Relatos y artículos por Yolanda Sala


Deja un comentario

MÁS SOBRE NINAVILCA Y NUESTRO PASADO — La Narradora

En el blog de Juan Luis Orrego se anuncia un importante coloquio hacia el bicentenario de la independencia del Perú. Ahí pueden leer mi comentario que transcribo en esta nota: Yolanda Sala B… Ori… Origen: MÁS SOBRE NINAVILCA Y NUESTRO PASADO

a través de MÁS SOBRE NINAVILCA Y NUESTRO PASADO — La Narradora


Deja un comentario

MAMIMA Y NOSOTROS

FOTOS DE LOS SALA BAEZ OROZCO-1MAMIMA Y NOSOTRAS

 Cruzamos el río con cuidado y buscamos a la sirena. Decepcionadas, mi hermanita y yo nos dirigimos a la puerta de tablones quejumbrosos que separaba la chacra, de la casa de mi abuelita Justina, a quien llamamos Mamima. Con toda la fuerza de nuestros pocos años la empujamos.

Entramos, sonriendo de antemano. Sabíamos que en esa sala  acogedora de paredes verdes y muebles mullidos nos esperaba la ceremonia del agua. Mamima nos llevaba a un mueble altísimo donde descansaba una piedra enorme que mi hermana Armida y yo suponíamos una secreta fuente de oro.  Nuestra abuelita abría la puerta de tablas verdes, tomándose su tiempo y nos entregaba un vaso a cada una.

Con mucho cuidado hundíamos un cucharón de asa larga en el cuerpo oscuro de una tinaja de arcilla.  Sacábamos agua pura y cristalina, fresca y deliciosa y la bebíamos casi religiosamente, esforzándonos por no dejar ni una gota. El agua de la piedra era mágica, venía de las nieves de las altas cumbres de nuestro país y a pesar de ser liviana podía atravesar el oro, asentando en la enorme piedra todo el polvo del camino que, de noche y en silencio, se convertía en más oro, poco a poco, año tras año.

En la cocina, Cirila, una ayacuchana alta con trenzas canosas, nos saludaba con cariño, tomaba mucha agua y se reía mostrando tres relucientes dientes de oro. Por eso creíamos que algún día el agua de la piedra nos haría ricas, como a Cirila.

Mamima: estos son algunos de los tantos recuerdos imborrables que me regalaste. Me acogiste en tu casa durante mi crisis, a los veinte años. Esa casa antigua, de adobe con vigas de madera, no sólo fue mi refugio, fue  –sobre todo – el puente que me unió con mi padre, contigo, con tus padres y abuelos. Ahí descubrí que tú eras un hada. Me hablaste de encantos y minas ocultas, de campanas de oro que sólo tañían anticipando emergencias. De furias y galgas contra los chilenos desde las alturas de ásperas quebradas; de ánimas y penas, vírgenes viajeras, milagros silentes y curas panzones. Sembraste en mí: fe, esperanza y fantasía.

Ricas eran las sobremesas con tus hijos, sobrinos, primos o amistades. Alguna vez vino el tío Alfredo que era Cónsul Honorario del Perú en una ciudad argentina y la sala se pobló de etéreas figuras de gauchos, malones, tangos  y boleadoras convocados por sus vívidos relatos. Uno de mis tíos favoritos era “Firpo”, por su parecido con un campeón mundial de box. Con sus tupidos bigotes parecía un charro mexicano y fue varias veces alcalde del pueblo. Era ágil, activo y de hablar pausado; era un comunista que sembraba rosas. Tu sobrina, mi tía Raquel, también ha sido alcaldesa, pero del partido aprista. Lloraba cuando nos contó la persecución que sufrieron los líderes de su partido en la feroz dictadura de Odría. Tres de ellos se ocultaron en tu chacra y mi papá, que entonces tenía ocho años, les llevaba la comida de noche, silbando como un pajarito para ubicarlos. Tu familia protegió a los perseguidos sin esperar nada a cambio.

Armida y yo descubrimos – con asombro primero y con tristeza después – que a medida que crecíamos, el Río se reducía a una acequia y la enorme catarata a un simple chorro de agua de riego. Pero comprendimos que al dejar la niñez la magia dejaba de emanar exclusivamente de tus historias y que nos correspondía conjurar nuestros propios sueños.

Mamima, tu consejo a mi madre fue muy sabio: ¡críen a sus hijos  como pobres y pónganles límites! Tú criaste a los tuyos con titánico esfuerzo y una meta clara. Creo que tus sacrificios no fueron en vano. Llevo tatuado en el alma tu refrán:

 “Solos venimos, solos nos vamos,

nada trajimos, nada nos llevamos”

que nos inoculó el desapego a todo lo material. Aprendimos contigo que  “las cosas sólo tienen valor si se comparten”. Pero la lección más importante que nos heredaste fue que todo lo que vive merece respeto y que somos apenas una insignificante parte de la madre naturaleza: sus protectores y no sus viles explotadores.

Te veo con tu faldón, cojeando del pie derecho,  caña larga en la mano y oigo tu timbre de voz, femenino, entrecortado y cargado de poder y de mando, asperjando lecciones de vida como si fueran semillas.

¡Hubiera querido vivir más tiempo contigo! Me obsequiaste preciosos relatos que transmití a mi hija, a quien conociste recién nacida, cuando las cataratas no te cegaban y todavía escuchabas un poco.

Describiste la defensa de tu valle contra los chilenos y con unción fuimos al Reducto de San Juan de Miraflores, donde tu padre peleó con sus montoneros, que siguieron a Cáceres. Buscamos el nombre de tu padre en el monumento y lamentablemente no lo hallamos porque él no murió en la batalla. Recuerdo tu desgarradora desilusión y nuestras lágrimas.

Mamima, tú podías prolongar ceremoniosamente los episodios de la vida como quien preserva chicha de jora en antiguos búcaros de arcilla, tornándola el néctar más exquisito y embriagador del mundo.

A pesar de tus pesadas jornadas de trabajo agrario, te diste tiempo para reunir papeles y recuerdos, recortes periodísticos sobre tu distrito y fotos en sepia. Pero, sobre todo, supiste darte el tiempo para legarme leyendas, cuestionar historias, responder preguntas, disipar temores. Sembraste en mí un amor eterno por ti, por mi padre, por nuestro país.

Sentada en tu mecedora de mimbre evocaste los milagros que te concedieron las ánimas del purgatorio, reviviste temblores y huaycos, me revelaste los diálogos secretos que mantiene la tierra con las cruces, hiciste repicar en mi alma la campana de oro que duerme en los cerros, reímos con ganas por las travesuras infantiles de mi inquieto padre.

Tu honestidad se traducía en todo lo que hacías: sólo decías lo que en verdad sentías, el dinero lo administraste con previsión, desconfiabas de los que hablaban mucho, de los que trabajaban poco y de los que juzgaban someramente sin oír a todos los implicados.

En una carpeta dormían testimonios que mencionaban a tu terruño, y a sus grandes personajes y visitantes: Julio C. Tello, Guamán Poma de Ayala, el cacique Ignacio Quispe Ninavilca, el mariscal Avelino Cáceres, Pablo Bonner. Todos ellos asumieron tareas difíciles y las cumplieron en forma honesta y responsable, por eso conservabas sus recuerdos.

Cuando la patria estuvo en peligro no dudaron en ofrendar sus capacidades y sus vidas, sin esperar nada a cambio. Todos tomaron partido, no se sentaron en una banca del parque a ver la vida pasar. Nos enseñaron que es preferible equivocarse a no involucrarse. Y si cometieron errores aprendieron lecciones pero no se refugiaron en el egoísmo ni se ocultaron en una nube para contemplarse el ombligo mientras hay tanta injusticia, tanto abuso y tanto por corregir.

— Guarda todos estos recortes y léelos muy bien; ya me contarás qué aprendes, qué descubres y qué opinas. Son fragmentos de nuestra historia, procura que no se pierdan, evita que se mueran nuestras memorias —me pediste.

Y así lo hice Mamima, tus tesoros han sobrevivido a más de 20 mudanzas, en todo tipo de viajes y hoy los remozo, les sacudo el polvo y los comparto porque nuestro pueblo padece de amnesia histórica aguda y se deja martillar el cerebro con mentiras, pan y circo repitiendo errores añejos.

Al atardecer, antes de premiarte con la lectura, hacías tus cuentas, anotabas gastos usando una pluma que mojabas en tinta y aplicabas el papel secante. Primero el deber después el placer, también era tu lema.

Solidaridad y justicia eran tus valores más representativos y los imbuiste en mi padre, en mi hermana y en sus hijos. Prestabas atención a lo que te contaban, ayudabas al que lo necesitaba, dabas sabios consejos y, cuando tu padre murió, venían los vecinos a que dirimieras conflictos y solucionaras problemas. Te dolían la injusticia, el egoísmo y la pobreza. Jamás permitiste chismes en tu casa. Nos formaste con tu ejemplo, sin alardes ni amenazas. El Perú necesita millones de Mamimas.

Lo que más me enterneció Mamima Justina, fue que yo le hice a mi padre adorado un álbum con todos los recortes periodísticos que se publicaron durante su gestión en el Ministerio de Trabajo. Se lo regalé en su primera navidad que pasaba en el retiro.

Y nunca más vi el álbum en la casa, ni en el escritorio.

Un día, cuando ya no tú y yo no podíamos salir a pasear en el auto los sábados, como acostumbrábamos, me pediste en murmullos que abriera tu cómoda pues tenías un tesoro que te había dado mucha alegría y un gran orgullo, pero temías que cuando te fueras a reunirte con tu padre querido en el silencio, nadie comprendiera el valor de este tesoro, así que me lo confiaste, para que lo usara en la cruzada de luchar contra la amnesia histórica.

Mi alma de antropóloga, mi curiosidad de cronista y mi instinto de nieta de un hada me impulsaron a abrir el cajón cautelado por una vieja y pesada llave.

Ahí, forrado en papel seda estaba el álbum que Papá te había obsequiado para que sintieras que tus sacrificios inmensos por darle una profesión habían valido la pena.

Y así sigue aumentando el legado de recuerdos, de hazañas modestamente silenciadas pero jamás olvidadas. Y proseguiré tu empeño Mamima adorada porque olvidar es morir y matar la historia y las hadas como tú nunca deben morir.

 ***

 Nara, mi querida Nara:

Hoy cumples un año, sólo te he visto en fotografías y me alegra lo que veo: tú y Mateo, tu hermanito, están creciendo como primorosos árboles frutales regados con amor y alegría. Estamos en la era del internet y de la comunicación instantánea; sin embargo, hace un año que naciste y aún no puedo tocarte. Quiero acariciar tu rostro, fiel retrato de mi hermana Armida. Quiero cantarte lo que nos cantaba mi papá cuando tu abuelita y yo éramos niñas. Esconderme tras una cortina para que me encuentres y grites: ¡Aitá! Viajar en la alfombra mágica con el globo terráqueo como único pasajero capitaneado por nosotras dos. Recorrer juntas las viejas fronteras que algún día tuvieron nuestros países en ese viejo Atlas de 1894, que sigue envuelto en papel de seda y quiero regalarte las historias de nuestra Mamima.

Recién me percato de que el mundo se ha achicado y que los límites, por los que tantos murieron, hoy ya no tienen sentido. Tú eres boliviana y peruana, yo soy peruana y belga, tu primito Franco es peruano e italiano, tu abuelita Armida es todo, es un hada y es más, pero ya no está físicamente con nosotras. Se fue sin conocerte y yo no quisiera irme sin contarte todo lo que me enseñaron mi Mamima y mi padre adorado. Contarte especialmente cómo era tu abuelita, esa  mujer maravillosa que no conociste, a la que ahora, con amor y respeto, me honro en representar y llevo muy viva en mi corazón.

!Adorada Nara, tenemos tanto que decirnos, tenemos mucho que enseñarnos!

Te lo debo porque tú eres la nieta que siempre soñé tener.

 

Lima, octubre 2015 Yolanda Sala Báez

Este año mi sobrino Daniel Cassinelli me hizo el mejor regalo posible. Trajo a Nara y la conocí en persona, con todo el genio de mi hermanita y su carácter decidido. Impávida ante tanta gente que veía por primera vez, demostró su genio y su personalidad, mientras Mateo nos conquistaba a todos con su bella sonrisa y su aguda inteligencia.

Ví  a Daniel y a Sandra en total control de la situación, toda una experiencia de abundante socialización que a mí me tenía algo nerviosa.

Pero ahí estaban las maravillosas mosqueteras, las mejores amigas de Armida, compartiendo este momento familiar y haciéndolo más grato aún con su belleza  y su cariño.

Quiero darles las gracias a todas ellas por estar allí, con los hijos y nietos de nuestra adorada Armida: Ceci, Nany, Ale, Nancy a la distancia pero con nosotros y mi ingrata memoria me ataca a mansalva porque hubo muchos rostros que reconocí con cariño y gratitud pero cuyos nombres se me escaparon en la telaraña del olvido que va tejiendo mr. Parkinson. Ya acepté el hecho de que tengo tres preguntas tabú: ¿Cuánto? ¿cuándo? Y ¿cómo se llama? Así que les ruego me disculpen por omitir sus nombres.

Gracias por compartir estas alegrías que nos impulsan a seguir peleando contra enfermedades y situaciones difíciles.

Muchas, muchas gracias en  nombre de Armidita, de mis padres y de todos los que la

 

Armida en rojo

Armida en rojo

tenemos siempre presente en el corazón porque ella se ganó ese sitial.

 

FOTOS DE LOS SALA BAEZ OROZCO-1FOTOS DE LOS SALA BAEZ OROZCO-1


Deja un comentario

MÁS SOBRE NINAVILCA Y NUESTRO PASADO

En el blog de Juan Luis Orrego se anuncia un importante coloquio hacia el bicentenario de la independencia del Perú. Ahí pueden leer mi comentario que transcribo en esta nota:

VI COLOQUIO ‘HACIA EL BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ’

 

Yolanda Sala Báez escribió:
Quisiera saber si en el Coloquio se va a tratar el importantísimo papel que desempeñaron las Montoneras que surgieron patriótica y casi espontáneamente en la Sierra del Perú.Me preocupa que los textos de historia, en su gran mayoría, hagan hincapié en la deuda que tenemos los peruanos con las expediciones libertadoras del sur (San Martín) y del norte (Simón Bolívar) que fueron remuneradas con préstamos que el Perú contrajo con Inglaterra o que fueron financiadas por el gobierno de Chile.

Hubo cerca de 20 mil británicos en nuestra independencia porque el objetivo de Inglaterra era apropiarse de nuestros territorios, abundantes en recursos naturales, en cuanto España los dejara ir. Prueba de su éxito, es que al independizarnos de España todas nuestras riquezas quedaron en manos de los británicos.

Los generales de San Martín fueron premiados con haciendas y fincas y todos los soldados extranjeros recibieron sueldos que eran el doble de lo que ganaban en el ejército británico. La mayoría de los extranjeros eran mercenarios y fueron compensados por su trabajo y recompensados  con dinero o con propiedades, por sus hazañas.

No fue así con los montoneros peruanos, indígenas casi todos, que fueron carne de cañón, lo único que recibieron del país, por su contribución a la independencia, fueron sus muertos para enterrarlos, ni siquiera les dieron las gracias, no figuran en ningún texto de historia ni en ningún monumento o memorial y sin embargo fueron ellos, miles de ellos, PERUANOS, que con sus mujeres padecieron hambre, frío, torturas y vieron sus pueblos arrasados por los españoles que San Martín ordenó que fueran respetados por los montoneros, al salir derrotados por el tenaz y exitoso cerco que formaron en Lima miles de indígenas.

Esos verdaderos héroes peruanos, cambiaron el resultado de las batallas poniéndolas a favor del Perú cuando las expediciones del norte y del sur ya se habían rendido.

Los únicos peruanos que figuran en el panteón de los próceres, en los billetes, calles, avenidas y monumentos son en su mayoría los vende-patrias que negociaban la entrega de nuestros territorios y ofrecían convertirnos en protectorado inglés o norteamericano o devolvernos al seno de España, o los que se enriquecieron ilícitamente en sus cargos públicos.

¿Cómo se puede luchar contra la corrupción si la historia que enseñan en las escuelas nos dice que a los peruanos nos tuvieron “que regalar” la independencia, porque éramos tan cobardes que no luchamos por ella? ¿Si nos inyectan en la mente el modelo del gobernante que puede robar, siempre y cuando haga una que otra obra?, ¿si la impunidad campea oronda a todo lo largo de la historia del Perú?

Ya es hora de que los historiadores escriban la verdadera historia del Perú y no esos cuentos que nos ponen por modelo a los políticos deshonestos, a los que agasajaban y le pagaban su sueldo a los soldados españoles, mientras que les negaban un pan y un vaso de agua a los montoneros que eran quienes defendían a la patria.

¿Cómo es posible que se rinda pleitesía a los caudillos corruptos y que los “vecinos notables” (que les pagaban el sueldo a los soldados realistas) firmaran el acta de la Independencia, mientras que héroes como los montoneros que obligaron a los españoles a rendirse, no fueron ni siquiera invitados a esa ceremonia?

Quispe Ninavilca, líder huarochirano, BRINDÓ TODA SU FORTUNA EN PRO DE LA CAUSA DE LA INDEPENDENCIA, Y COMBATIÓ SIN DAR RESPIRO AL ENEMIGO ESPAÑOL. Por su patriotismo y entrega a favor de la emancipación, se hizo acreedor a una medalla de oro, que le concedió el Libertador San Martín, el 1 de octubre de 1821. Asimismo, por sus méritos y servicios a favor de la libertad del Perú, el generalísimo le confirió el grado de capitán, el 13 de febrero de 1822 y el 1 de julio del mismo año, el grado de sargento mayor.

El patriotismo y valor fueron las principales características de este prócer, quien muchas veces fue calumniado y combatido por jefes extranjeros. Ninavilca, siempre luchó por los intereses de sus coterráneos y nunca estuvo de acuerdo en mantener mandos foráneos en los destinos de la naciente república, por ello fue atacado.

El líder huarochirano MURIÓ EN LA MÁS ÍNFIMA POBREZA EN EL EXTRANJERO Y YACE EN ALGUNA FOSA COMÚN EN EL CEMENTERIO DE GUAYAQUIL. Lamentablemente, sus restos no han sido hallados porque QUIEREN MANTENERLO ETERNAMENTE ANÓNIMO Y DESCONOCIDO.

20/06/16 15:07:53

La importancia de este Coloquio Hacia el Bicentenario de la Independencia del Perú consiste, en mi opinión, en que : «La edición del coloquio de este año contará con la participación de los académicos Manuel Chust Calero (Universidad Jaime I de España), Alfredo Moreno Cebrián (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), Ascensión Martínez Riaza (Universidad Complutense) y Carmen McEvoy (University of the South, Sewanee, Estados Unidos), y presentará dos tipos de actividades. En primer lugar, habrá un taller, previa inscripción, con profesores de colegios y alumnos de Historia, que estará a cargo de los invitados extranjeros. COMO RESULTADO DE ESTOS TALLERES DE TRABAJO GRUPAL, SE EDITARÁN LOS CUADERNOS DEL BICENTENARIO, UN MATERIAL DE ENSEÑANZA PARA LOS COLEGIOS A NIVEL NACIONAL. Luego habrá dos sesiones plenarias, abiertas al público: la conferencia magistral del profesor Manuel Chust y la presentación del libro La Independencia inconcebible: el trienio liberal español y la pérdida del Perú (1820-1823) a cargo de los invitados.

Aplaudo la iniciativa de que se actualicen los textos de historia del Perú en general y sobre todo los textos escolares, porque son parte de los elementos que forman o deforman la idiosincracia nacional.

Sería muy conveniente que el Estado Peruano haga un esfuerzo por incluir los textos difundidos por Charles Mann en su obra 1491, publicada en 2005, donde describe los últimos descubrimientos científicos sobre la realidad en el continente americano antes de la llegada de los europeos.

Así, por fin, sabremos el auténtico valor de nuestra cultura y de nuestros ancestros.