Punta Corrientes
Es una punta vecina a Cerro Azul, al sur de Lima. Punta rocosa donde chocan dos corrientes tejedoras de espuma. De la punta se desprende un reguero de islotes o de simples peñascos que se internan en el mar. Cuando hay marea alta y olas fieras de Semana Santa, esos humildes peñones se visten de encaje, como tul de novia desafiando una peineta rebelde y esbelta.
Una ola viene desde el lecho del sol hacia la arena y otra retrocede desde la playa para besarla y entre ambas tejen trama y urdimbre, formando simétricos cuadrados. En ese telar acuático abundan los peces y en las primeras horas de la tarde asoman las aletas dorsales de los delfines, emergiendo en saltos alegres. Deben ser cachorros porque se mantienen juntos y saltan en desorden. ¿Será ésta tal vez su escuela, donde aprenden a nadar en corrientes cruzadas?
Las aves los observan a la distancia y cuando se van los delfines, se posesionan del mar y de sus peces.
Este cuadro marino, de aguas verdes que se ponen blancas con el encaje de espuma, olas que tejen, aves que trazan horizontes paralelos, delfines que emanan como milagrosa risa del mar Pacífico, es un don, un regalo que la vida nos ofrece para recordarnos lo poquito que somos en la inmensidad de la naturaleza.
Lo vemos, lo fotografiamos y lo filmamos temblando porque pronto habrá plataformas petroleras en Cerro Azul y este milagroso espectáculo solo será un recuerdo, triste y amargo.
Agradezco las preciosas fotos tomadas en Punta Corrientes por Carmen Romero Calle y a nuestros acogedores y fraternos anfitriones: Mónica Taurel y Alfredo Menacho por regalarnos esta experiencia.
A Mariella Corvetto y Mariella Sala mil gracias por las fotos de Cerro Azul
Punta Corrientes, abril 2014 Yolanda Sala Báez